La educación pública madrileña tiene grandes retos en un mundo globalizado de complejas relaciones sociales y económicas. La Comunidad de Madrid tiene la obligación de apostar por la calidad, la equidad y la competitividad de la Escuela Pública frente a la Escuela Privada-Concertada y la Escuela Privada. La Escuela Pública es la máxima garantía y expresión del principio de igualdad de oportunidades, del bienestar social, del desarrollo de la libertad. Madrid tiene un patrimonio público e histórico en educación que debemos cuidar y potenciar como una exigencia de responsabilidad con las generaciones futuras.
Así lo entendemos los socialistas madrileños. La militancia del PSM decidió inequívocamente en su último Congreso Ordinario que su prioridad absoluta es la educación que se articula a través de las Escuelas Públicas.
Produce extrañeza y desazón que los mandatos del Congreso Ordinario sean ocasionalmente mal interpretados en algunos territorios. En este sentido, los Ayuntamientos socialistas de Parla y Aranjuez han decidido la cesión de suelo público para la construcción de Centros Privados-Concertados, una práctica completamente desautorizada por las resoluciones aprobadas por los socialistas madrileños en el Congreso Ordinario.
Y, en Torrelodones, el PSM ha transmitido públicamente a los padres y madres del Colegio Peñalar que apoya que se concierte el segundo ciclo de Infantil. Curiosamente, el concierto conllevaba que el Ayuntamiento decidiera rebajar el canon que los propietarios del Colegio deben pagar por ocupar una parcela pública, lo que efectivamente aprobó el Pleno del Ayuntamiento.
Estas actitudes dañan a la democracia interna de los Partidos Políticos porque suponen una falta de respeto a la voluntad expresada por la militancia, al tiempo que confunden a la militancia, que se ve incapacitada de explicar a la ciudadanía la posición política que defiende el Partido sobre educación.
Además, el electorado socialista queda sorprendido y aturdido al no entender un cambio radical de la posición política en educación que ni siquiera ha sido refrendado por un Congreso político. Los Ayuntamientos y los Grupos municipales socialistas tienen, por razón de su cercanía con la ciudadanía, la especial responsabilidad de trasladar claramente el mensaje del Partido Socialista. Y no cabe desnaturalizar el mensaje aprobado por los militantes a capricho.
Madrid tiene grandes desafíos en materia de educación. Los años de gobierno del Partido Popular han roto el equilibrio entre los tres formatos de enseñanza: la Escuela Pública, la Privada-Concertada y la Privada. La pérdida de equilibrio reside en la falta de políticas para incrementar la competitividad de la Escuela Pública, y en la ausencia de equidad que contagia a todo el sistema educativo.
La Escuela Pública no puede ser más competitiva si se aplican políticas regresivas respecto al gasto educativo y a las inversiones. Basta mirar los Presupuestos de la Comunidad de Madrid para apreciar el comportamiento tacaño del Gobierno en el gasto público por alumno. Hay un claro déficit de plazas escolares y es necesario aumentar las infraestructuras públicas.
Los problemas de la educación madrileña sobre rendimiento académico y coste de la educación afectan a la equidad del sistema. La educación que recibe un niño debe ser independiente de la renta de sus padres y de su clase social. Sin embargo, el mapa regional del fracaso escolar perjudica a las zonas este y sur, y principalmente a los centros públicos.
La enseñanza tiene un elevado coste para las familias, no es completamente gratuita, ni tan siquiera la pública. La integración del alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo es deficiente, hay segregación, y son los centros públicos los que mayoritariamente acogen a este alumnado. Es comprensible que algunos padres salgan corriendo de la red pública y lleven a sus hijos a los centros concertados.
El PSOE siempre mantuvo una cooperación leal con la enseñanza privada-concertada: ¡la inventó! Y los colegios concertados reciben dinero público. Por ello la enseñanza privada concertada tiene que asumir su responsabilidad con la sociedad y con todos los niños, especialmente si necesitan apoyo educativo. Además es necesario garantizar los principios fundamentales de tolerancia y pluralismo ideológico (art. 1 CE) de los conciertos educativos.
No sólo son importantes los instrumentos, sino también los contenidos educativos. La política pública debe promover un sistema educativo adecuado para la libertad, formando ciudadanos libres, una libertad que adquieren no por la riqueza o el nacimiento, sino porque los hombres y las mujeres sean los dueños de su propio pensamiento, y de su voz, ganando esa dignidad fundamental que se encuentra mucho más allá de la dignidad exterior que proviene de la clase o el rango.
La política pública de educación debe dirigirse a la formación de una ciudadanía universal. Hombres y mujeres con espíritu crítico sobre sí mismos, sobre la sociedad y sus instituciones, sobre tradiciones y costumbres, hombres y mujeres que experimenten lo que Sócrates identificó como una <
Profesores y profesoras enseñan en una época de diversidad cultural y de globalización. El mundo actual es multicultural y multinacional. España es ya un país diverso. Con frecuencia se toman decisiones que requieren compresión de los grupos raciales, étnicos y religiosos de nuestro país. Una buena formación genera ciudadanos y ciudadanas capaces de actuar como participantes inteligentes en los delicados debates que involucran a una sociedad diversa. Los problemas sociales y económicos provocan discusiones que afectan a personas de muchos países. Y ocurrirá cada vez más si deseamos mantener una sociedad y una economía vivas y dinámicas, y si queremos encontrar soluciones eficaces a los problemas humanos.
La política de educación para conseguir una ciudadanía universal es un intento para que los niños y niñas sean ciudadanos y ciudadanas no sólo de algunas regiones o territorios, sino también de un mundo complejo e interconectado, de un mundo internacional. Este digno fin de la ciudadanía universal requiere una gran cantidad de conocimientos de nuestra historia y de la historia y cultura de las sociedades no occidentales, y de las minorías. Entender el mundo también desde el punto de vista del otro, con imaginación, con creatividad.
El cultivo de las Ciencias es esencial. Pero también lo es el cultivo de las Humanidades. No debemos incurrir en el “riesgo del especialista”: aquel que “sabe mucho de poco, cada vez más de menos, hasta saberlo todo de nada”.
Todo está en los libros. Los filósofos griegos y romanos (Sócrates, Aristóteles, Séneca), los ilustrados (Kant), los de la tradición inglesa y escocesa (Hume), hablaron y escribieron mucho y bien sobre la necesidad de forjar una educación de los más jóvenes crítica y abierta al mundo. No debe sorprendernos que encontremos reflexiones similares en las tradiciones de la India, China, África y América Latina, como nos recuerdan Martha Nussbaum y Amartya Sen. Al fin y al cabo, nunca estuvimos solos, y vivimos en un mundo compartido para el que tenemos que preparar a nuestra gente con nuestras políticas e instrumentos públicos.
César Giner Parreño
Diputado PSM/PSOE
Asamblea de Madrid
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