LOGO

jueves, 27 de marzo de 2008

REFLEXIONES EN TORNO A LA EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA





Por: Óscar Celador Angón

Comenzando por la terminología Educación para la Ciudadanía, he de señalar que no existe una definición uniforme sobre el término ciudadanía en los países europeos. Como regla general, los países europeos han definido la ciudadanía como sinónimo de nacionalidad, y por lo tanto de titular de determinados derechos y obligaciones al amparo de la legislación de un país. En otras ocasiones la ciudadanía se asocia a la nación, al país, o a una comunidad. De esta manera, la ciudadanía es un arma que se utiliza para decir quién es ciudadano pero también para decidir quien no lo es, por lo que en la mayoría de las ocasiones es un concepto que va ligado al término frontera. En este sentido, es suficiente con dirigirse a las legislaciones de los diferentes países para comprobar que normalmente en los países con menos riqueza es muy sencillo acceder a la condición de ciudadano, pero por el contrario en los países más ricos ser ciudadano es extremadamente sencillo. Un ejemplo de lo que queremos decir es el acceso a la ciudadanía en países como Arabia Saudí o Kuwait, donde el ciudadano tiene derecho prácticamente a una pensión vitalicia por el mero hecho de serlo; en ambos países los extranjeros, con independencia de donde hayan nacido o del tiempo de residencia, no pueden acceder a la condición de ciudadanos en ningún supuesto.
Nuestra democracia tiene sólo treinta años y debates como éstos que ahora abordamos aquí, y que no han sido significativos en los demás países europeos, se plantean porque desde determinados sectores sociales parece haber miedo a que los españoles seamos conscientes de lo que es ser ciudadano, y en consecuencia a ser libres para tomar nuestras propias decisiones. El problema de fondo está en que en 1978 los españoles, probablemente sin darle la importancia que tenía, nos convertimos en ciudadanos pese a que la mayoría desconociera los derechos y obligaciones que esta nueva realidad conlleva en el marco de un Estado democrático, y que determinados sectores sociales tengan miedo a que los españoles comprendamos las reglas del sistema de gobierno que decidimos darnos al establecer un Estado democrático que propugna como sus valores superiores la igualdad, la libertad, la justicia y el pluralismo.

Descárgate del siguiente link, el artículo completo:

Óscar Celador Angón
Catedrático Habilitado de Derecho Eclesiástico del Estado
Universidad Carlos III de Madrid

No hay comentarios: